"Miedos Privados en lugares públicos". Dirección: Jorge Denevi
Diseño de escenografía y pintura.
LO QUE DICE LA CRITICA
“Un elenco que debe figurar entre los mejores de nuestro medio”
Jorge Arias- noticias teatrales.es
“Afinadísimo elenco”
Alvaro Loureiro- Brecha
“Impecable versión de una comedia”
Egon Friedler- Semanario Hebreo
“Una delicia, realmente”
Yamandú Marichal- Radio Carve
“Un feliz resultado”
Carlos Reyes- El Pais
“Un elenco en perfecta sintonía…”
Débora Quiring-La Diaria
“Un mecanismo de relojería”
Javier Alfonso- Búsqueda
“Maestría en las actuaciones, buena integración en el elenco, rubros técnicos maravillosamente resueltos y la firme batuta de Denevi…”
Bernardo Borkenztain- Revista Dossier
LO QUE DICE LA CRITICA
“Un elenco que debe figurar entre los mejores de nuestro medio”
Jorge Arias- noticias teatrales.es
“Afinadísimo elenco”
Alvaro Loureiro- Brecha
“Impecable versión de una comedia”
Egon Friedler- Semanario Hebreo
“Una delicia, realmente”
Yamandú Marichal- Radio Carve
“Un feliz resultado”
Carlos Reyes- El Pais
“Un elenco en perfecta sintonía…”
Débora Quiring-La Diaria
“Un mecanismo de relojería”
Javier Alfonso- Búsqueda
“Maestría en las actuaciones, buena integración en el elenco, rubros técnicos maravillosamente resueltos y la firme batuta de Denevi…”
CRÍTICA DE
TEATRO
Por Egon Friedler
MÁS VALE MAL ACOMPAÑADO…..
“Miedos
privados en lugares públicos” una comedia de Alan Ayckbourn –
Dirección
de Jorge Denevi – Con la actuación de Julio Calcagno, María Mendive, Mariana
Lobo, Ileana López, Emilio Pigot y Pepe Vázquez – En el Teatro del Anglo –
7.3.2015
En esta pieza, escrita en el 2004,
Alan Ayckbourn parece resumir su filosofía pragmática invirtiendo un famoso
dicho popular que sugiere que la soledad es preferible a la vida con una pareja
conflictiva. El prolífico autor británico que hasta hoy lleva escritas más de
setenta obras, nos indica en estas seis historias individuales entrelazadas,
que la soledad es terrible y que los seres humanos están dispuestos a soportar
muchas miserias con tal de no tener que sufrirla. Al mismo tiempo, con una
inteligente mezcla de sutileza y de humor, hace hincapié en el hecho de que a
menudo se presenta un escollo insalvable para disfrutar la vida de a dos : la
dificultad de comunicarse.
La comedia está escrita en forma de
pequeñas escenas que se complementan entre sí y nos presenta a seis personajes,
3 hombres y 3 mujeres, relacionados por el azar. Los personajes son: Stewart, un agente inmobiliario veterano que
no ha encontrado su media naranja (Julio Calcagno) ; su compañera de trabajo
Charlotte, que complementa sus ingresos en la oficina cuidando enfermos (Ileana
López) ; la hermana de Stewart, que vive con él y dedica su tiempo libre a
encuentros a ciegas en busca de una
relación sentimental (Mariana Lobo) : Nicole, una joven que tiene una
frustrante relación con su novio, al que pese a todo se resiste a abandonar
(Maria Mendive) : Dan, el novio de Nicole, un ex oficial que fue licenciado del
ejército después de un oscuro episodio y que para colmo fue despedido
recientemente de su empleo (Emilio Pigot) y por último, el dependiente del bar
de un hotel del cual es habitué Dan, que carga con su padre enfermo el que
tiene un carácter irascible y maltrata a quienes aceptan cuidarlo (Pepe
Vázquez). Este padre no aparece en escena, pero sus gritos e insultos son muy
audibles (voz de Pedro Llambías).
Por razones obvias, no vamos a
revelar las extrañas y a veces extravagantes interrelaciones entre los
personajes ni los detalles de su azarosa vida sentimental : basta decir que no
se trata precisamente de una historia de
triunfadores.
La dirección ágil e inteligente de
Jorge Denevi saca buen partido a esta comedia más melancólica que risible. No
hay cortes entre escena y escena y la excelente escenografía de Carolina Suárez
Vigneau se presta para que la fluidez de la acción nunca se vea
interrumpida. Tanto la banda sonora
seleccionada por el propio Denevi, como la iluminación de Eduardo Guerrero
constituyen excelentes elementos de ambientación.
Por lo demás, cada uno de los seis
integrantes del elenco ofrece una muy natural y convincente caracterización de
su personaje. Cada uno a su manera transmite autenticidad.
En suma, es una impecable
versión de una comedia que no invita ni a llorar ni a reírse demasiado. Se
parece demasiado a la vida.
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MIEDOS
PRIVADOS EN LUGARES PÚBLICOS DE ALAN
AYCKBOURN, EN EL TEATRO DEL ANGLO - SOBRE TODO, NADA DE
FELICIDAD
Por Jorge Arias - Uruguay
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El
dramaturgo inglés Alan Ayckbourn (Hampstead, Londres, 12 de abril de 1939)
necesita dificultades para escribir. No le alcanza con diseñar una obra que
se desarrolla en seis horas, con escenas intercambiables (“Las
conquistas de Norman”, El Galpón, 2010, dirección de Jorge Denevi) ni con dos
obras que deben darse simultáneamente con los mismos actores en dos teatros
diferentes y contiguos: los actores salen de una pieza para entrar en la otra
(“House & Garden”, 1999). Con “Miedos privados en lugares públicos”, la
dificultad propuesta es que todas las escenas suceden en muy distintos
lugares, pero las vemos en el mismo escenario. Como se ve, el autor plantea al
espectador la necesidad de corregir permanentemente su visión, tanto como se
había exigido a sí mismo una nueva visión, lentes con
diferentes dioptrías. El teatro desnuda así sus convenciones; nos acercamos a
su íntima naturaleza, donde nada es natural.
Con
la sola excepción de la vida y milagros de hilarante Charlotte (Ileana López),
las varias anécdotas se refieren a la frustración en las relaciones humanas. En
la primera escena adivinamos un conflicto entre Nicola (María Mendive) y su
novio Dan (Emilio Pigot) para quien ella procura un apartamento que tenga
un escritorio, lo que el vendedor de inmuebles Stewart (Julio Calcagno) no
puede ofrecerle; Stewart, un hombre mayor, vive solo con su hermana solterona,
Imogen (Mariana Lobo) quieta familia cuyos integrantes buscan o sueñan, a
tientas, relaciones más comprometidas y gratificantes. Pero no hay
sexo en “Miserias privadas en lugares públicos”, salvo quizás, el que
puede haber acontecido entre Charlotte y el enfermo pero enérgico Arthur (voz
en off de Pedro Llambías) que deja su vida en el intento.
La
pieza es divertida, variada, agridulce y hace pensar. Muestra con agudeza y
piedad múltiples decisiones que nos impiden ser felices, como si
la felicidad fuera un decreto de la voluntad, que deliberadamente
omitimos. Ayckbourn tiene la suprema delicadeza de no explicar nada: sólo
expone, sugiere, invita a mirar. Al final el autor muestra a sus personajes
trabados por alguna impedimenta, como esos grilletes de los presos que hacen
trabajos forzados: Dan con su copa, Ambrose y Nicola con sus
portafolios, Charlotte con su carpeta, Stewart con su control remoto. Imogen
quita el control remoto a su hermano y lo libera; luego apaga la televisión.
Todavía, al salir del teatro, advertimos cómo la extrema soledad de dos
de los protagonistas, discretamente anunciada en un par de escenas,
aparece iluminada con una luz devastadora cuando conocemos, hacia el fin,
su sorprendente cita a ciegas. La escena más brillante y también la más
reveladora, es aquella en que Stewart trata de insinuarse a Charlotte en
el estilo más ineficaz del acoso, que invita al
rechazo.
La
dirección de Jorge Denevi, devoto admirador y profundo conocedor de la obra de
Ayckbourn, está a la altura de sus mejores creaciones. Creemos que su conducta,
más que su innegable destreza, debe ser tenida en cuenta como ejemplo: sólo
somos buenos, como escritores, dramaturgos, directores o actores cuando
emprendemos algo que amamos. La felicidad técnica del mal llamado
“profesionalismo”, rótulo con el que se quiere justificar puestas en escena de
obras mediocres, es un sueño de esclavo.
La
actuación está a cargo de un elenco que debe figurar entre los mejores de
nuestro medio; encontramos lo mejor en las sutiles composiciones de Julio
Calcagno, con un sentido impecable del tiempo, e Ileana López, con su ambigua
santurrona pecadora.
MIEDOS
PRIVADOS EN LUGARES PUBLICOS, de Alan Ayckbourn, traducción de Jorge Denevi,
con Julio Calcagno, María Mendive, Emilio Pigot, Pepe Vázquez, Ileana López y
Mariana Lobo. Escenografía de Carolina Vigneau, vestuario de Diego
Aguirregaray, iluminación de Eduardo Guerrero, banda sonora,
editada por Alfredo Leirós, de Jorge Denevi, dirección de Jorge
Denevi. En teatro del Anglo, estreno
del 7 de marzo de 2015.
Jorge
Arias - (Uruguay)
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Crítica de Brecha:
Corazones solitarios En “Miedos privados en lugares públicos”, el director Jorge Denevi sigue los pasos inciertos, discutibles y raramente acertados de un puñado de semejantes que su elenco interpreta, sin perder nunca de vista sus contradicciones.
“Miedos privados en lugares públicos”
Media docena de personajes, algunos de los cuales apenas se entrecruzan, le bastan al inglés Alan Ayckbourn para brindar un panorama de los tantos seres anónimos que viven y luchan en una gran ciudad que ignora sus esfuerzos por encontrar la felicidad, o algo que al menos se le parezca. Aquellos que cuentan con un empleo, lejos del trabajo exhiben facetas imprevistas que, sin embargo, pueden complementar la descripción de alguien que pasa cerca del espectador sin que éste pueda precisar qué le sucede. Un par de siluetas femeninas, por más que brinden una primera impresión de querer llevar adelante una existencia organizada, descubren poco después dudas y debilidades que pueden conducirlas a tomar decisiones repentinas con los cambios que las mismas traigan aparejados. También hay lugar para quien desea tener un escritorio sin saber muy bien qué puede hacer con él. Por cierto que todos ellos, como se ha dicho –y como todo el mundo–, desean ser felices y no saben muy bien cómo conseguirlo, una ignorancia que los empuja a equivocarse y, más de una vez, a pretender ser lo que no son . Tal lo que pinta el dramaturgo a lo largo de las idas y venidas de un sexteto de solitarios que no aciertan a dejar de serlo. Si alguno de ellos pudo alguna vez compartir su vida con alguien, ese pasado quedó atrás y la soledad vuelve a insinuarse con indeseable persistencia.
Todos se equivocan, pero siguen adelante, como lo hace el resto –o casi– de sus semejantes, incluidos los que se sientan en la platea y se ríen o sonríen al descubrir que varias de las actitudes y reacciones de los que pisan el escenario resultan sospechosamente reconocibles. La vida de los demás puede ser triste, pero como aparentemente no es la nuestra, nos parece cómica. Ayckbourn se las arregla de todos modos para hacernos saber que esos “demás”, que respiran y se mueven frente a nuestros ojos, somos también nosotros. Y eso no es tan cómico, claro.
Una conclusión que el director Jorge Denevi maneja con la sutileza del caso al seguir los pasos inciertos, discutibles y raramente acertados de un puñado de semejantes que un afinadísimo elenco integrado por Pepe Vázquez, Julio Calcagno, Ileana López, María Mendive, Emilio Pigot y Mariana Lobo interpreta sin perder nunca de vista sus contradicciones. La cansada calma del personaje de Vázquez, la disimulada curiosidad de Calcagno, los dobleces de conducta de López, el súbito histerismo de Mendive, la crónica indecisión de Pigot y la compostura aparente de Lobo salen así a relucir en una trama tan sorprendente como disfrutable que Denevi resuelve con criterio cinematográfico en los propicios espacios dispuestos por la escenógrafa Carolina Suárez Vigneau, que Eduardo Guerrero se encarga de iluminar con precisión. La banda sonora, jazzística en su mayor parte, y seleccionada por el propio Denevi, contribuye a armar los distintos climas de una puesta cuya agilidad no va en desmedro de la inteligencia con que plantea su culminación.
Del Anglo, sala 1, sábado 14
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